Le dije que el cielo era verde;
que las gaviotas volaban alrededor de su cama
y que la noche brillaba
con candelas de oro y plata.
Pero los aires del diluvio
arreciaron para apagar tantas luces
y permitir a los muertos,
que zampaban sin ganas suculentos
bocados de misterio,
corroer las virtudes creyentes
de los sabios de los tiempos.
Y la vergüenza colmó toda su alma.
Miró
a su mundo
y lo vio
escaparse hacia los cielos.
La luna
aparecía encendida,
entre jirones de nubes.
Ya no
llovía.
Saltó al
abismo,
se
lanzó de cabeza hacia la tierra
y vio el
milagro de las aves lanzándose a salvarle
y a hacerle compañía.
Murió sintiéndose feliz.
Publicado por Jorge Satrústegui
Jorge de Satrústegui y Pérez-Caballero. Nació en San Sebastián, el 12 de febrero de 1939. Pertenece a una familia de “la vieja aristocracia española” y durante su vida ha sido, además de un trabajador normal: aventurero, mercenario en la guerra de después de la independencia del Congo, estudioso de la Historia y de las costumbres de “otros pueblos”, viajero (o/y residente) en países como Marruecos, República del Congo, Sur del Sudán, Mozambique, Colombia, Perú, Chile, República Dominicana, entre algunos otros. Trató de dedicarse a comprender -sin complejos- las formas de pensar y de vivir de los seres humanos de distintas culturas. De las causas, los mitos, las razones y las verdades o las mentiras que han configurado esta amalgama de mundos en las que se divide nuestro planeta, cuando el ser humano es igual en todas partes crea en magias, religiones o sea absolutamente racional, cosa harto difícil, si es que puede.
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Jorge cariño. Me encanta saber que estas bien, a través de tus publicaciones. 💋 💋
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Gracias María Teresa. ¿Cómo estás tú?
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